LA VERDADERA BELLEZA DE LA MUJER CRISTIANA
Cuentos de fe, Aniram
Soné que me encontraba con Ana, la esposa de Elcana. En el sueño me acerqué a ella y le pregunté -Ana, explícame que sentiste en tu corazón cuando derramaste tu espíritu delante del Dios de Israel, y le pediste que te diera un hijo. Ana, seria me dijo -Era lo que más anhelaba mi alma, y yo sabía que si le ofrecía dedicarlo a su m...inisterio, Dios me daría la petición de mi corazón. Asombrada de tanta humildad y sabiduría le dije -Cómo me gustaría que estuvieras conmigo y conocieras a mis amigas de Facebook para que inspires sus corazones y les des tu testimonio. Ana, muy solemne me dijo 'nosotros sabemos lo que pasa en el mundo, todo lo estamos contemplando desde los cielos.' Me quedé sorprendida al principio, pero luego me repuse y le dije -Claro que si, ustedes están en la presencia del Altísimo. Entonces quise explicarle en mi opinión, sobre la belleza de la mujer del siglo XXI. -Veamos, -me dije- como puedo condensar todos los adjetivos que I Pedro capitulo 3 exhorta a las mujeres en cuanto a su carácter, vestimenta y humildad? -Excelente, -me dije a mi misma-. Voy a describir las cualidades de mis amigas y hermanas en la fe usando una de sus fotos del Campamento de Damas 2015 en Aucallama.
Cuando pienso en la verdadera belleza de la mujer cristiana del siglo XXI mi mente no va hacia el rostro joven, bonito, de rasgos finos, cejas bien delineadas, ojos maquillados con sombras y máscara, los poros limpios, la piel tersa, las mejillas rosadas, el rubor color durazno, las pestanas arqueadas, las pupilas embellecidas con lentes de contacto, los zarcillos de fina orfebrería, el collar de hermoso entrelazado, ni el cabello suavemente ondeado y lustroso cayendo como cascadas por los lados enmarcando el rostro y descansando sobre los hombros esbeltos, de elegante porte y perfecto encuadre. No.
Cuando pienso en la verdadera belleza de la mujer cristiana del siglo XXI mi pensamiento se deleita en esos rostros sonrientes, felices, apacibles, de mirar sereno, cuya imagen inspira no solo a la piedad pero también a la entrega total de su persona, tiempo y corazón rendido por completo al servicio de Dios. A esos ojos que muchas veces no han descansado ni siquiera la mitad del tiempo que las otras mujeres del Campamento. Ojos que suenan pero con los pies en la tierra. Ojos que lloran cuando tienen que abrazar a una hermana que sufre, a una hija que esta enferma, a un esposo que se siente abrumado por los problemas y las necesidades de la familia, pero que al final del día la presión y la responsabilidad de todas las cosas que tiene que hacer al día siguiente no le deja coger el sueno. Ojos que duermen semi abiertos a la necesidad del prójimo. A esas manos que están siempre ocupadas, llenas de labores, de apuro, de entrega completa a cocinar, a limpiar, a ordenar, a escribir, a corregir, a inspirar, a trabajar. Manos cansadas pero que luchan por mantenerse firmes, fuertes, porque saben que en ellas esta la carga de la responsabilidad de la familia. Manos que luchan, que se esfuerzan, que se sacrifican y muchas veces son manos que rechazan el bocado de pan para darlo a otro que lo necesita más. Pienso en esas bocas surcadas de arrugas, de gestos, de sombras que el tiempo no ha podido borrar porque la felicidad las ha marcado con hermosas líneas. Bocas que se esfuerzan por transmitir el mensaje de amor, de esperanza, de exhortación, de consejo, de ayuda, de coraje y de inspiración. Bocas que anuncian la palabra de Dios no sólo hablando sino también sonriendo a la vida en la hermosa sonrisa de un corazón afable y apacible. Esta imagen de belleza no es la física, no es la que se mide en anos de juventud, madurez y vejez; sino que se transfiere a momentos, tiempos y épocas de ardua lucha, de anos de pruebas y sacrificios, de necesidades y opulencia, de cansancio y de solaz; porque en la verdadera belleza de la mujer cristiana todo se traduce en la belleza de la dama fina, elegante, suave, tierna y femenina.
Desperté y comprendí que más que un sueño, esto que hoy escribo como un cuento no es más que el reflejo de la admiración que siento cuando veo las fotos de mis hermanas en los Campamentos 2015 en Aucallama,
Un saludo afectuoso a mis amigas y hermanas en la fe, en especial este cuento lo dedico a mis hermanas Mericia Romero de Espinoza y Betid Rojas de Vásquez y a cada una de Las Hijas del Rey a quienes les dedico con mucho cariño el video de 2 nuevos coritos para que los consideren y si les gusta los hagan lema en sus reuniones. Todos los derechos son otorgados a Las Hijas del Rey. Afectuosamente,
Aniram
Cuentos de fe. Todos los derechos reservados conforme a Ley.
Febrero 26, 2015.
Cuentos de fe, Aniram
Soné que me encontraba con Ana, la esposa de Elcana. En el sueño me acerqué a ella y le pregunté -Ana, explícame que sentiste en tu corazón cuando derramaste tu espíritu delante del Dios de Israel, y le pediste que te diera un hijo. Ana, seria me dijo -Era lo que más anhelaba mi alma, y yo sabía que si le ofrecía dedicarlo a su m...inisterio, Dios me daría la petición de mi corazón. Asombrada de tanta humildad y sabiduría le dije -Cómo me gustaría que estuvieras conmigo y conocieras a mis amigas de Facebook para que inspires sus corazones y les des tu testimonio. Ana, muy solemne me dijo 'nosotros sabemos lo que pasa en el mundo, todo lo estamos contemplando desde los cielos.' Me quedé sorprendida al principio, pero luego me repuse y le dije -Claro que si, ustedes están en la presencia del Altísimo. Entonces quise explicarle en mi opinión, sobre la belleza de la mujer del siglo XXI. -Veamos, -me dije- como puedo condensar todos los adjetivos que I Pedro capitulo 3 exhorta a las mujeres en cuanto a su carácter, vestimenta y humildad? -Excelente, -me dije a mi misma-. Voy a describir las cualidades de mis amigas y hermanas en la fe usando una de sus fotos del Campamento de Damas 2015 en Aucallama.
Cuando pienso en la verdadera belleza de la mujer cristiana del siglo XXI mi mente no va hacia el rostro joven, bonito, de rasgos finos, cejas bien delineadas, ojos maquillados con sombras y máscara, los poros limpios, la piel tersa, las mejillas rosadas, el rubor color durazno, las pestanas arqueadas, las pupilas embellecidas con lentes de contacto, los zarcillos de fina orfebrería, el collar de hermoso entrelazado, ni el cabello suavemente ondeado y lustroso cayendo como cascadas por los lados enmarcando el rostro y descansando sobre los hombros esbeltos, de elegante porte y perfecto encuadre. No.
Cuando pienso en la verdadera belleza de la mujer cristiana del siglo XXI mi pensamiento se deleita en esos rostros sonrientes, felices, apacibles, de mirar sereno, cuya imagen inspira no solo a la piedad pero también a la entrega total de su persona, tiempo y corazón rendido por completo al servicio de Dios. A esos ojos que muchas veces no han descansado ni siquiera la mitad del tiempo que las otras mujeres del Campamento. Ojos que suenan pero con los pies en la tierra. Ojos que lloran cuando tienen que abrazar a una hermana que sufre, a una hija que esta enferma, a un esposo que se siente abrumado por los problemas y las necesidades de la familia, pero que al final del día la presión y la responsabilidad de todas las cosas que tiene que hacer al día siguiente no le deja coger el sueno. Ojos que duermen semi abiertos a la necesidad del prójimo. A esas manos que están siempre ocupadas, llenas de labores, de apuro, de entrega completa a cocinar, a limpiar, a ordenar, a escribir, a corregir, a inspirar, a trabajar. Manos cansadas pero que luchan por mantenerse firmes, fuertes, porque saben que en ellas esta la carga de la responsabilidad de la familia. Manos que luchan, que se esfuerzan, que se sacrifican y muchas veces son manos que rechazan el bocado de pan para darlo a otro que lo necesita más. Pienso en esas bocas surcadas de arrugas, de gestos, de sombras que el tiempo no ha podido borrar porque la felicidad las ha marcado con hermosas líneas. Bocas que se esfuerzan por transmitir el mensaje de amor, de esperanza, de exhortación, de consejo, de ayuda, de coraje y de inspiración. Bocas que anuncian la palabra de Dios no sólo hablando sino también sonriendo a la vida en la hermosa sonrisa de un corazón afable y apacible. Esta imagen de belleza no es la física, no es la que se mide en anos de juventud, madurez y vejez; sino que se transfiere a momentos, tiempos y épocas de ardua lucha, de anos de pruebas y sacrificios, de necesidades y opulencia, de cansancio y de solaz; porque en la verdadera belleza de la mujer cristiana todo se traduce en la belleza de la dama fina, elegante, suave, tierna y femenina.
Desperté y comprendí que más que un sueño, esto que hoy escribo como un cuento no es más que el reflejo de la admiración que siento cuando veo las fotos de mis hermanas en los Campamentos 2015 en Aucallama,
Un saludo afectuoso a mis amigas y hermanas en la fe, en especial este cuento lo dedico a mis hermanas Mericia Romero de Espinoza y Betid Rojas de Vásquez y a cada una de Las Hijas del Rey a quienes les dedico con mucho cariño el video de 2 nuevos coritos para que los consideren y si les gusta los hagan lema en sus reuniones. Todos los derechos son otorgados a Las Hijas del Rey. Afectuosamente,
Aniram
Cuentos de fe. Todos los derechos reservados conforme a Ley.
Febrero 26, 2015.
Nuestro agradecimiento a la hna. Marina Oliva.
