miércoles, 26 de enero de 2011

Enseñando a los Hijos Sobre las Misiones

¿Qué vas a ser cuando seas grande? Eso preguntamos a los niños muchas veces. Observamos sus intereses, talentos y fuertes, para tener una pista del futuro.

Hay una pareja en nuestra iglesia que llegó con su recién nacido hijo. El papá, con todo el orgullo de un nuevo padre, entró con el bebé en su sillón, y lo colocó justo atrás del púlpito y declaró: “¡Allí está el futuro pastor!”

¡Qué lindo deseo tenían para su hijo! ¡Ojalá que todos los padres de familia tuviesen tal anhelo para sus hijos! Desde pequeño, pudieron criarlos como muy especiales para Dios. Sabemos que no podemos decidir para ellos su vocación, pero podemos inculcarlos el deseo y conocimiento que van a necesitar si Dios les llame.

El escritor de Proverbios observa: “Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se apartará de él.” Él había visto un resultado positivo de la enseñanza piadosa.

Igual como nosotros aprendemos de las misiones al tener estos siervos en nuestro hogar, los hijos también. Aunque no podemos ver lo que piensan, ellos están escuchando las historias y observando las vidas de los misioneros. Están teniendo roce con algunos “heroes” de la vida real. Cuando nosotros mostramos una actitud de respeto hacía nuestros huéspedes, ellos también la aprenden.

Un viaje misionero familiar es otro método de enseñar a los hijos acerca de las misiones. Cuando nuestros hijos eran pequeños, acompañaron a mi esposo muchas veces en sus viajes a visitar a los misioneros. No tiene que ser muy lejos, quizás a un pueblo cercano donde trabajo un misionero levantando una iglesia. Pueden hablar de antemano con los niños acerca de lo que van a observar, y tal vez, preparar regalos para llevar al obrero.

La devocional familiar es otra oportunidad de enseñar a los hijos. Las mismas biografías misioneras que usted está leyendo puede leerles a los niños, un capítulo a la vez., tomando tiempo para sus preguntas y comentarios. Entonces, es una oportunidad perfecta de orar por las peticiones que mencionan sus misioneros en sus cartas. Hay que hacer seguro que comparte con ellos las contestaciones también.

Hay padres que no quieren que sus hijos sean siervos del Señor porque pueden tener una vida más lucrativa siendo “un profesional”. Hermanas, debemos examinar nuestros propios corazones para ver si estamos dispuestas a dar nuestros hijos para la obra de Dios. Ellos están observando nuestras actitudes.

¡Qué el Señor nos ayude a instruir fielmente a nuestros hijos en las muchas oportunidades que hay para servir al Señor!

Elena Kintner

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